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20 Trucos sobre electricidad - 2 - 17-10101010

La historia de la electricidad se refiere al estudio de la electricidad, al descubrimiento de sus leyes como fenómeno físico y a la invención de instrumentos para su empleo práctico. Como asimismo se llama electricidad a la rama de la ciencia que estudia el fenómeno y a la rama de la tecnología que lo aplica, la historia de la electricidad es la rama de la historia de la ciencia y de la historia de la tecnología que se ocupa de su surgimiento y evolución. El fenómeno de la electricidad se ha estudiado desde la antigüedad, pero su estudio científico comenzó en los siglos XVII y XVIII. A finales del siglo XIX, los ingenieros lograron aprovecharla para empleo doméstico e industrial. La rápida expansión de la tecnología eléctrica la convirtió en la columna vertebral de la sociedad industrial moderna.3​

Mucho antes de que existiese algún conocimiento sobre la electricidad, la humanidad era consciente de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos. Textos del Antiguo Egipto que datan del 2750 a. C. se referían a estos peces como «los tronadores del Nilo», descritos como los protectores de los otros peces. Más tarde, los peces eléctricos asimismo fueron descritos por los romanos, helenos, árabes, naturalistas y físicos.4​ Autores viejos como Plinio el Viejo o Escribonio Largo,5​6​ describieron el efecto adormecedor de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos y rayas eléctricas. Además, sabían que estas descargas podían transmitirse por materias conductoras.7​ Los pacientes de enfermedades como la gota y el dolor de cabeza se trataban con peces eléctricos, con la esperanza de que la descarga pudiese curarlos.6​ La primera aproximación al estudio del rayo y a su relación con la electricidad se atribuye a los árabes, que ya antes del siglo XV tenían una palabra para rayo (raad) aplicado a la raya eléctrica.

En etnias viejas del Mediterráneo se sabía que al frotar ciertos objetos, como una barra de ámbar, con lana o bien piel, se obtenían pequeñas cargas (efecto triboeléctrico) que atraían pequeños objetos, y frotando un buen tiempo podía ocasionar la aparición de una chispa. Cerca de la vieja urbe griega de Magnesia se encontraban las denominadas piedras de Magnesia, que incluían magnetita y los viejos helenos observaron que los pedazos de este material se atraían entre sí, y también a pequeños objetos de hierro. Las palabras magneto (equivalente en español a imán) y magnetismo derivan de ese topónimo. Cara el año 600 a. C., el pensador heleno Tales de Mileto hizo una serie de observaciones sobre electricidad estática. Concluyó que la fricción dotaba de magnetismo al ámbar, a la inversa que minerales como la magnetita, que no necesitaban frotarse.8​9​10​ Tales se confundió al opinar que esta atracción la producía un campo magnético, aunque más tarde la ciencia probaría la relación entre el magnetismo y la electricidad. Según una teoría discutida, los partos podrían haber conocido la electrodeposición, basándose en el descubrimiento en mil novecientos treinta y seis de la batería de Bagdad,11​ similar a una celda voltaica, aunque es dudoso que el instrumento fuera de naturaleza eléctrica.12​

Esas especulaciones y registros fragmentarios fueron el tratamiento prácticamente exclusivo (con la notable excepción del uso del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la Revolución científica del siglo XVII; aunque todavía entonces pasaba por ser poco más que una curiosidad para enseñar en los salones. Las primeras aportaciones que pueden entenderse como aproximaciones consecutivas al fenómeno eléctrico fueron efectuadas como William Gilbert, que realizó una investigación cuidadoso de electricidad y magnetismo. Diferenció el efecto producido por trozos de magnetita, de la electricidad estática producida al frotar ámbar.10​ Además, acuñó el término neolatino electricus (que, a su vez, procede de ήλεκτρον [elektron], la palabra griega para ámbar) para referirse a la propiedad de atraer pequeños objetos tras haberlos frotado.13​ Esto originó los términos eléctrico y electricidad, que aparecen por primera vez en 1646 en la publicación Pseudodoxia Epidemica de Thomas Browne.14​

Esos estudios fueron seguidas por investigadores sistemáticos como von Guericke, Cavendish,15​16​ Du Fay,17​ van Musschenbroek18​ (botella de Leyden) o William Watson.19​ Las observaciones sometidas a procedimiento científico comienzan a dar sus frutos con Galvani,20​ Volta,21​ Coulomb22​ y Franklin,23​ y, ya a principios del siglo XIX, con Ampère,24​ Faraday25​ y Ohm. Los nombres de estos pioneros acabaron bautizando las unidades hoy utilizadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno. La entendimiento final de la electricidad se logró recién con su unificación con el magnetismo en un único fenómeno electromagnético descrito por las ecuaciones de Maxwell (mil ochocientos sesenta y uno-1865).26​

Los desarrollos tecnológicos que generaron la Primera Revolución Industrial no utilizaron la electricidad. Su primera aplicación práctica extendida fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (1833) —precedido por Gauss y Weber, 1822—, que revolucionó las telecomunicaciones.27​ La generación industrial de electricidad empezó partir del cuarto final del siglo XIX , cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y de las residencias. La creciente sucesión de aplicaciones de esta forma de energía hizo de la electricidad una de las primordiales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial.28​ Más que de grandes teóricos como lord Kelvin, fue el momento de grandes ingenieros y también inventores, como Gramme,29​ Tesla, Sprague, Westinghouse,30​ von Siemens31​ Graham Bell,32​ y, sobre todo, Alva Edison y su revolucionaria forma de entender la relación entre investigación científico-técnica y mercado capitalista, que transformó la innovación tecnológica en una actividad industrial.33​34​. Los sucesivos cambios de paradigma de la primera mitad del siglo XX (relativista y cuántico) estudiarán la función de la electricidad en una nueva dimensión: atómica y subatómica.

Multiplicador de tensión Cockcroft-Walton utilizado en un acelerador de partículas de 1937, que alcanzaba un millón de voltios.

La electrificación no sólo fue un proceso técnico, sino un verdadero cambio social de implicaciones extraordinarias, empezando por el iluminado y siguiendo por todo género de procesos industriales (motor eléctrico, metalurgia, refrigeración...) y de comunicaciones (telefonía, radio). Lenin, a lo largo de la Revolución bolchevique, definió el socialismo como la suma de la electrificación y el poder de los soviets,35​ mas fue sobre todo la sociedad de consumo que nació en los países capitalistas, la que dependió en mayor medida de la utilización familiar de la electricidad en los electrodomésticos, y fue en estos países donde la retroalimentación entre ciencia, tecnología y sociedad desarrolló las complejas estructuras que permitieron los actuales sistemas de I+D e I+D+I, en que la iniciativa pública y privada se interpenetran, y las figuras individuales se difuminan en los equipos de investigación.

La energía eléctrica es esencial para la sociedad de la información de la tercera revolución industrial que se viene produciendo desde la segunda mitad del siglo veinte (transistor, T.V., computación, robótica, internet...). Únicamente puede comparársele en importancia la motorización dependiente del petróleo (que también es ampliamente empleado, como los demás combustibles fósiles, en la generación de electricidad). Los dos procesos demandaron cantidades cada vez mayores de energía, lo que está en el origen de la crisis energética y medioambiental y de la búsqueda de nuevas fuentes de energía, la mayor parte con inmediata utilización eléctrica (energía nuclear y energías opciones alternativas, dadas las limitaciones de la tradicional hidroelectricidad). Los problemas que tiene la electricidad para su almacenaje y transporte a grandes distancias, y para la autonomía de los aparatos móviles, son desafíos técnicos todavía no resueltos de forma suficientemente eficiente.

El impacto cultural de lo que Marshall McLuhan llamó Edad de la Electricidad, que seguiría a la Edad de la Mecanización (por comparación a cómo la Edad de los Metales siguió a la Edad de Piedra), radica en la altísima velocidad de propagación de la radiación electromagnética (trescientos 000 km/s) que hace que se perciba de forma prácticamente instantánea. Este hecho acarrea posibilidades antes impensables, como la simultaneidad y la división de cada proceso en una secuencia. Se impuso un cambio cultural que procedía del enfoque en «segmentos especializados de atención» (la adopción de una perspectiva particular) y la idea de la «conciencia sensitiva instantánea de la totalidad», una atención al «campo total», un «sentido de la estructura total». Se hizo evidente y prevalente el sentido de «forma y función como una unidad», una «idea integral de la estructura y configuración». Estas nuevas concepciones mentales tuvieron gran impacto en todo género de ámbitos científicos, educativos e inclusive artísticos (por ejemplo, el cubismo). En el ámbito de lo espacial y político, «la electricidad no centraliza, sino descentraliza... al paso que el ferrocarril requiere un espacio político uniforme, el aeroplano y la radio permiten la mayor discontinuidad y diversidad en la organización Oferta Termos Electricos espacial

Te respondo a tus dudas sobre electricidad - 1 - 88-99

La historia de la electricidad se refiere al estudio de la electricidad, al descubrimiento de sus leyes como fenómeno físico y a la invención de artefactos para su empleo práctico. Como también se denomina electricidad a la rama de la ciencia que estudia el fenómeno y a la rama de la tecnología que lo aplica, la historia de la electricidad es la rama de la historia de la ciencia y de la historia de la tecnología que se ocupa de su surgimiento y evolución. El fenómeno de la electricidad se ha estudiado desde la antigüedad, pero su estudio científico comenzó en los siglos XVII y XVIII. A fines del siglo XIX, los ingenieros lograron aprovecharla para empleo doméstico y también industrial. La veloz expansión de la tecnología eléctrica la convirtió en la columna vertebral de la sociedad industrial moderna.3​

Mucho antes de que existiera algún conocimiento sobre la electricidad, la humanidad era siendo consciente de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos. Textos del Antiguo Egipto que datan del 2750 a. de C. se referían a estos peces como «los tronadores del Nilo», descritos como los protectores de los otros peces. Más tarde, los peces eléctricos también fueron descritos por los romanos, helenos, árabes, naturalistas y físicos.4​ Autores antiguos como Plinio el Viejo o Escribonio Largo,5​6​ describieron el efecto adormecedor de las descargas eléctricas producidas por peces eléctricos y rayas eléctricas. Además de esto, sabían que estas descargas podían transmitirse por materias conductoras.7​ Los pacientes de enfermedades como la gota y el cefalea se trataban con peces eléctricos, con la esperanza de que la descarga pudiese curarlos.6​ La primera aproximación al estudio del rayo y a su relación con la electricidad se atribuye a los árabes, que antes del siglo XV tenían una palabra para rayo (raad) aplicado a la raya eléctrica.

En culturas viejas del Mediterráneo se sabía que al frotar determinados objetos, como una barra de ámbar, con lana o bien piel, se conseguían pequeñas cargas (efecto triboeléctrico) que atraían pequeños objetos, y frotando un buen tiempo podía ocasionar la aparición de una chispa. Cerca de la antigua ciudad griega de Magnesia se hallaban las denominadas piedras de Magnesia, que incluían magnetita y los antiguos helenos observaron que los trozos de este material se atraían entre sí, y también a pequeños objetos de hierro. Las palabras magneto (equivalente en castellano a imán) y magnetismo derivan de ese topónimo. Hacia el año 600 a. de C., el filósofo griego Tales de Mileto hizo una serie de observaciones sobre electricidad estática. Concluyó que la fricción dotaba de magnetismo al ámbar, a la inversa que minerales como la magnetita, que no precisaban frotarse.8​9​10​ Semejantes se confundió al creer que esta atracción la producía un campo imantado, aunque más tarde la ciencia probaría la relación entre el magnetismo y la electricidad. Según una teoría discutida, los partos podrían haber conocido la electrodeposición, basándose en el descubrimiento en 1936 de la batería de la urbe de Bagdad ,11​ afín a una celda voltaica, si bien es dudoso que el instrumento fuera de naturaleza eléctrica.12​

Esas especulaciones y registros fragmentarios fueron el tratamiento casi exclusivo (con la notable salvedad del uso del magnetismo para la brújula) que hay desde la Antigüedad hasta la Revolución científica del siglo XVII; si bien todavía entonces pasaba por ser poco más que una curiosidad para mostrar en los salones. Las primeras aportaciones que pueden entenderse como aproximaciones sucesivas al fenómeno eléctrico fueron realizadas como William Gilbert, que efectuó una investigación cauteloso de electricidad y magnetismo. Diferenció el efecto producido por trozos de magnetita, de la electricidad estática producida al frotar ámbar.10​ Además de esto, acuñó el término neolatino electricus (que, por su parte, procede de ήλεκτρον [elektron], la palabra griega para ámbar) para referirse a la propiedad de atraer pequeños objetos tras haberlos frotado.13​ Esto produjo los términos eléctrico y electricidad, que aparecen por primera vez en mil seiscientos cuarenta y seis en la publicación Pseudodoxia Epidemica de Thomas Browne.14​

Esos estudios fueron seguidas por investigadores sistemáticos como von Guericke, Cavendish,15​16​ Du Fay,17​ van Musschenbroek18​ (botella de Leyden) o William Watson.19​ Las observaciones sometidas a procedimiento científico empiezan a dar sus frutos con Galvani,20​ Volta,21​ Coulomb22​ y Franklin,23​ y, ya a inicios del siglo XIX, con Ampère,24​ Faraday25​ y Ohm. Los nombres de estos pioneros terminaron bautizando las unidades hoy empleadas en la medida de las distintas magnitudes del fenómeno. La comprensión final de la electricidad se consiguió recién con su unificación con el magnetismo en un único fenómeno electromagnético descrito por las ecuaciones de Maxwell (mil ochocientos sesenta y uno-mil ochocientos sesenta y cinco).26​

Los desarrollos tecnológicos que generaron la Primera Revolución Industrial no usaron la electricidad. Su primera aplicación práctica extendida fue el telégrafo eléctrico de Samuel Morse (mil ochocientos treinta y tres) —precedido por Gauss y Weber, 1822—, que revolucionó las telecomunicaciones.27​ La generación industrial de electricidad empezó partir del cuarto final del siglo XIX , cuando se extendió la iluminación eléctrica de las calles y de las residencias. La creciente sucesión de aplicaciones así de energía hizo de la electricidad una de las principales fuerzas motrices de la Segunda Revolución Industrial.28​ Más que de grandes teóricos como lord Kelvin, fue el instante de grandes ingenieros e inventores, como Gramme,29​ Tesla, Sprague, Westinghouse,30​ von Siemens31​ Graham Bell,32​ y, sobre todo, Alva Edison y su revolucionaria forma de entender la relación entre investigación científico-técnica y mercado capitalista, que transformó la innovación tecnológica en una actividad industrial.33​34​. Los sucesivos cambios de paradigma de la primera mitad del siglo veinte (relativista y cuántico) van a estudiar la función de la electricidad en una nueva dimensión: atómica y subatómica.

Multiplicador de tensión Cockcroft-Walton usado en un acelerador de partículas de 1937, que alcanzaba un millón de voltios.

La electrificación no solo fue un proceso técnico, sino un auténtico cambio social de implicaciones extraordinarias, empezando por el iluminado y siguiendo por todo género de procesos industriales (motor eléctrico, metalurgia, refrigeración...) y de comunicaciones (telefonía, radio). Lenin, durante la Revolución bolchevique, definió el socialismo como la suma de la electrificación y el poder de los soviets,35​ mas fue sobre todo la sociedad de consumo que nació en los países capitalistas, la que dependió en mayor medida de la utilización doméstica de la electricidad en los electrodomésticos, y fue en estos países donde la retroalimentación entre ciencia, tecnología y sociedad desarrolló las complejas estructuras que dejaron los actuales sistemas de I+D e I+D+I, en que la iniciativa pública y privada se interpenetran, y las figuras individuales se diluyen en los equipos de investigación.

La energía eléctrica es esencial para la sociedad de la información de la tercera revolución industrial que se viene produciendo desde la segunda mitad del siglo XX (transistor, T.V., computación, robótica, internet...). Solamente puede comparársele en importancia la motorización dependiente del petróleo (que también es ampliamente usado, como los demás comburentes fósiles, en la generación de electricidad). Los dos procesos demandaron cantidades cada vez mayores de energía, lo que está en el origen de la crisis energética y medioambiental y de la busca de nuevas fuentes de energía, la mayoría con inmediata utilización eléctrica (energía nuclear y energías alternativas, dadas las limitaciones de la tradicional hidroelectricidad). Los inconvenientes que tiene la electricidad para su almacenamiento y transporte a grandes distancias, y para la autonomía de los aparatos móviles, son retos técnicos aún no resueltos de forma suficientemente eficiente.

El impacto cultural de lo que Marshall McLuhan llamó Edad de la Electricidad, que proseguiría a la Edad de la Mecanización (por comparación a de qué forma la Edad de los Metales prosiguió a la Edad de Piedra), se encuentra en la altísima velocidad de propagación de la radiación electromagnética (300 000 km/s) que hace que se perciba de forma prácticamente instantánea. Este hecho acarrea posibilidades antes inimaginables, como la simultaneidad y la división de cada proceso en una secuencia. Se impuso un cambio cultural que procedía del enfoque en «segmentos especializados de atención» (la adopción de una perspectiva particular) y la idea de la «conciencia sensitiva instantánea de la totalidad», una atención al «campo total», un «sentido de la estructura total». Se hizo evidente y prevalente el sentido de «forma y función como una unidad», una «idea integral de la estructura y configuración». Estas nuevas concepciones mentales tuvieron gran impacto en todo género de ámbitos científicos, educativos e incluso artísticos (por poner un ejemplo, el cubismo). En el ámbito de lo espacial y político, «la electricidad no centraliza, sino que descentraliza... mientras que el ferrocarril requiere un espacio político uniforme, el avión y la radio dejan la mayor discontinuidad y diversidad en Instalador Calderas Gas la organización espacial